jueves, 24 de enero de 2013

Alcione



Miedo a soltar la mano de quien te vio renacer de la nada, a estar en ese lugar sin esperar nada más que una sonrisa sincera.

Miedo a no estar cuando sea mi última platica, a ser la persona que mas temes y llevarla siempre dentro.

Miedo a perderte en un abismo de sabiduría y vacios, a tomar un vaso de veneno sin querer morir.

Miedo a no verme en tus ojos que no sea mi reflejo, a tocar una piel que sea más intensa y mas intima que no sea la nuestra.

Miedos, si ellos; los cuales te vuelven esclavo. Ellos que te liberan como fuegos artificiales que duran un segundo suspendidos en el cielo hasta que decides saltar y dejarlos atrás.

Miedo a encontrar lo que jamás buscaste en una simple mirada, en una voz. Miedo al saber que nada será igual, por más que se corra, se escoda, se llore y se tema… un miedo que libera.

Miedo al saber que no pasara de mañana cuando descubras que todo tiene sentido, inclusive el temor mas horrendo de un evento inesperado.

Miedo a no vivir con miedo es una práctica habitual entre los mortales de este tiempo, quien no teme es castigado, castigado por pecado de obstinado.

Miedo a letras que no se quieren escuchar, a palabras que no se quieren leer y a lagrimas que jamás de derramaran ni se secaran del alma.

Miedo a encerrarte en libertad y morir en soledad, a tomar el camino correcto pensando siempre en el equivocado.

Miedo a no besarte cuando sea el último sol, a no ser uno siendo dos.

El temor trasmutado en miedo nos transforma en seres distintos a nuestro propio reflejo, ¿cuantos pasos hay que tomar para tener miedo de retomar el miedo que nos ata a lo indeseable?

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