Fui hasta mi escondite favorito por las noches, lo encontré desierto;
no había nadie alrededor solo plantas, arbustos y unos cuantos caracoles.
Intente no dejar sentimientos en esos lugares, lo que más quería era un fuerte
abrazo de alguien pero al contrario de mi todas ellas estaban solucionando los
problemas causados por esos invasores. Mis ojos de nuevo se llenaron de
lagrimas al acordarme de todo el daño que ellos nos habían provocado, pero el daño
mayor no era el de nuestro lago sino el que se había sucintado en mi corazón.
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